Nunca
subestimes el poder de un beso
porque
es un huracán
envolviéndote
por sorpresa
un
abrazo
pero
que te quema desde adentro.
Te
abrasa, te arranca y te expulsa,
lejos
de una realidad que a veces peca de insulsa,
donde
ya no sos
sos
con el otro
algo
nuevo
magnífico
y efímero
un
instante de eternidad
que
te inunda cuerpo y alma
y
a la vez
te
deja expuesto
desnudo
y
desarmado.
Entonces
como
despertando de un largo sueño
medio
atontado
medio
embriagado
te
vistes torpemente
te
armas a tientas
y
vuelves al mundo
procurando
no dejar nada atrás
ni
siquiera recuerdos.