Viviendo en el Cronos, asimilando el Aion


Hay momentos en los que se siente que una ola de angustia inunda todo el cuerpo. Sucede algunos segundos, y como llega se va, pero algo queda, esa pesadez de haber cargado algo contra voluntad, esa incertidumbre de no saber qué o por qué ocurrió. Es que en ese momento, una avalancha de pensamientos y sentimientos se mimetizan bajo aquella gran y única sensación de agobio. Cronológicamente es casi instantáneo, pero el alma no habla el lenguaje de Cronos, sino el de Aion, y este es el tiempo de lo infinito y de lo fugaz, del aquí y del ahora, un tiempo intensivo que no accede a la mente sino al espíritu.
La angustia que hace segundos y en segundos revolucionaba todo el ser desaparece y se esconde, dejando detrás un incómodo malestar como secuela. Allá arriba, la razón lucha con todas sus armas para desentrañar y hacer consciente esa maraña que hace instantes nos asediaba. Inútil es el intento, patética la imagen de querer atosigar a aquello que se encuentra en otro nivel, que no se enfrenta con más arma que la verdad, esa que desconocemos, esa que de a momentos nos hace tambalear para que la reconozcamos. Y mientras nuestra maquina mental funciona a miles de revoluciones por segundo tratando de controlar cada movimiento, el espíritu, en un único y armonioso destello inmortal, hace estallar lo inconcebible y reflejarlo en cada célula del cuerpo…estremeciéndonos como en un oscuro callejón sin salida.
Este tipo de situaciones nos exige detenernos a pensar que muchas veces vivimos automatizados, pasando por alto lo esencial precisamente por considerarlo una obviedad: somos una unidad, y en unidad tendemos a la multiplicidad. En nuestro ser convergen alma, cuerpo y mente, todos con esquemas y niveles de funcionamientos distintos, antagónicos, dispares. De nosotros depende hacer conscientes esta unidad y asimilar su multiplicidad siempre esquiva, siempre creativa, nunca armoniosa, nunca concluida.


El aura



Sencillo es el rompecabezas del departamento encasillado allí
sobre aquel otro departamento, debajo de este otro.
Reproducción técnica… técnicamente aburrida
desde afuera el paisaje se dibuja como una mirada ebria sin alcohol

Figura asqueada que deja llover sin más
como también al fuego sediento lo deja votar
todo es indistinto.

Me duelen los sentidos al no encontrar el aura
necesito huir
regocijarme en algún recoveco olvidado
que esté feliz de ser rincón 
sin medirse con otros

No lo encuentro
mejor dicho
me invaden por todos lados
o es el mismo que me persigue

Corro desesperado
creyendo haber perdido la cabeza
lo mismo me acosa en cada rincón
o es el mismo rincón el que me asedia siempre

Todo es un laberinto, ya no puedo discernir
pierdo todos los sentidos
o los sentidos se esconden de mí

Y mientras escapo de no se qué y me dirijo a no se dónde
tropiezo y caigo sobre un charco
me recompongo y fijo la mirada
entonces un fulgor de paz me inunda el alma
y es que en el reflejo del agua aún podía ver
el aura no se había ido.

"Descansar en un atardecer de verano y seguir con la mirada una cordillera en el horizonte o una rama que arroja su sombra sobre el que reposa, eso es aspirar el aura de esas montañas, de esa rama."
 Walter Benjamin 
"La obra de arte en la época de su reproductividad técnica" 

La maravilla de no saber


Quiero estar en vos, que vos estés en mi
que seamos uno y a la vez varios
que seamos la guerra y la paz
aliados y enemigos
Estar en todos lados…en ninguno
Ahora, en un rato, nunca…nunca
jamás retornar o retornar eternamente
crear códigos indescifrables
que mutan continuamente
dando paso a otra cosa que ya no son códigos

Sólo vos y yo lo experimentamos
pero es imperceptible
a la vez que nos remueve todos las percepciones
todas las formas de percibir…de vivir

Y se escurre por un agujero negro
allá…en el espacio sideral
entonces…No lo sabemos, saber qué?

Oh! La maravilla de no saber!
no tener la necesidad
no encontrarle el sentido

Porque nos sabemos vos y yo
aquí…ahora…
siendo uno…a la vez varios…
¿Hace falta acaso algo más?

Genealogía de la miseria


Como gusano en la manzana podrida
carcome la conciencia ya ideada
concebida en la edad de piedra
refinada con ahínco de artesano siglos más tarde.

Pero se nos va de las manos
 deviene máquina automática imperceptible
y nos convertimos  en sus engranajes
exitosos si funcionamos como tales
excluidos si entorpecemos la marcha.

Y en el camino pocos son los que llegan a la cima
escalando sobre la desgracia de los que menos poseen
de los que nunca concibieron la posibilidad de tener

Una vez en la cumbre se atrofian todos los sentidos
y es que el hedor del resentimiento es insoportable
el paisaje dibujado debajo, una pesadilla.

Indiferencia es el pase a “la buena vida”
así los gritos de auxilio devienen brisa pasajera
 rebotando entre oídos sordos
disipándose entre engranajes desalmados

Disparador de tantas angustias y lamentos
manantial de guerras y discordias
arma mortal de todos los sueños
de todas las utopías…

Los que lo conocen
los que le temen
los que lo sufren
los que lo repudian
lo bautizaron capitalismo salvaje.

Fantasma del recuerdo aún latente


Una nueva estrella ilumina el limbo
destello ofuscador de un alma renaciente.
Con su sonrisa iluminó todas las penumbras
con su vigor arrasó todos los escollos.

Sangre de mi sangre hecha cenizas
sólo el fantasma del recuerdo aún latente
una y otra vez…siempre.
Y llueve sobre el desierto que dejó tu partida
emprendiste viaje al enigma del ser humano
Arriba? Abajo?
Tinieblas? Paraíso?
Irrelevante
porque estas aquí
en mi mente
en mi alma
llenando el vacío que deja la cola de mi cometa meditabundo
como un asimétrico eco subversivo
como fantasma del recuerdo aún latente
una y otra vez…siempre.


Para vos Mariana, porque estuviste, estas y estarás siempre en nuestros corazones. Te quiero un montón hermana!!!

Crítica al juicio moral



Es cierto que al mundo venimos solos y que nos iremos en un estado similar, pero en el medio nos cruzaremos con miles de personas, individuos que necesariamente nos afectarán de una u otra manera, que nos irán moldeando, que sacarán lo mejor y lo peor de nosotros, que dejarán huellas indelebles y cicatrices inolvidables. En definitiva, en este paso por el mundo no estamos solos, y es por eso que nos constituimos como sujetos, sujetos sociales que conviven, o al menos sobreviven junto a otros. Y está en nuestra esencia, el ser humano no se diferenciaría demasiado de otro ser vivo sino fuera que ES porque ES CON OTROS, y “ser con otros” es igualmente posible sólo porque tenemos este tesoro extraordinario en el cual nos conformamos y del cual nos vamos apropiando al tiempo que transformamos: el lenguaje.
Por su parte, este “ser con otros” nos tienta permanentemente  a juzgar los actos del otro sobre bases tan poco firmes como inciertas. Desconocemos la mochila que cada uno carga sobre sus hombros y sin embargo, ahí estamos, siempre listos para sentenciar o darle el visto bueno a cómo los sujetos que nos rodean determinan sus rumbos. Tomar decisiones es inherente al ser humano, y lo hacemos teniendo todo un bagaje cultural de trasfondo, lleno de experiencias únicas e irrepetibles, lleno de valores y principios que cada uno supo adquirir en su camino.
Algunas decisiones hacen que nuestra vida tenga momentos bisagra, un antes y un después, y esas son decisiones que también contribuyen a constituirnos como sujetos, al hacernos responsables de nuestros destinos. Ahora bien, existe toda otra serie de circunstancias que hacen que nuestro rumbo cambie de dirección por razones que nos son totalmente externas y por tanto incontrolables. Nadie está exento de esto último, no somos más que devenires en un devenir más general, y no tenemos más opción que ponerle pecho firme a lo que nos toca y continuar, y seguir viviendo cada instante al máximo, como si fuera el último...porque algún día lo será.
 “Polvo eres y en polvo te convertirás” cita con precisión la Biblia, nuestro destino es fatal, miremos por donde miremos. En esta afirmación no existe el bien ni el mal, éstos no son más que conceptos moralmente definidos, pero la moral no es más que un estándar creado por la sociedad para garantizar cierto orden, un orden íntimamente relacionado con el “deber ser”. Entonces, ¿Quiénes somos para juzgar?, y lo que es peor, fundamentar nuestros juicios en post del bien y el mal, como si fueran determinaciones trascendentales e inamovibles creadas por algún ente superior? No, la moral la creamos nosotros y no es otra cosa que reflexiones preestablecidas sobre lo bueno y lo malo. Pero la mayoría tenemos la capacidad de deliberar sobre lo bueno y lo malo y no necesariamente concluir en el bien y el mal de la sociedad. Es necesario reconocer que, aunque el fantasma del “deber ser” nos aceche por todos lados, cada uno esta atravesado por sus propias vivencias y evalúa su vida de acuerdo a ellas.
De todas formas, prescindir de la moral no implica que todo se convierta en un caos, que no nos tenga que importar nada, al contrario, demanda un esfuerzo mayor que el de someternos a un modelo preestablecido, requiere de un trabajo reflexivo que no todos los individuos estamos dispuestos a hacer. Si nos manejamos moralmente, siempre existe la posibilidad de excusar nuestros actos o juicios en nombre de estos parámetros trascendentales. Si nos guiamos según nuestros propios criterios, asumimos toda la responsabilidad de nuestras acciones y de nuestros juicios. En última instancia, es preferible equivocarnos por nuestros propios medios, que tener razón por un punto de vista impuesto.
Por su parte, la moral es algo que está creado para funcionar en cierto orden, en cierta armonía, basta que ocurra algo que nos descoloque los esquemas para tirar estos principios del más allá por la borda. Vivimos planeando, programando, calculando, aún siendo conscientes de que nuestra existencia no depende de nosotros. Aún así continuamos queriendo tener todo bajo control, y si algo se nos va de las manos, desesperamos, entramos en crisis, y hasta colapsamos. Y esto sucede porque aquello por lo que delineamos parte de nuestro rumbo, nunca nos fue realmente propio, sino que fue instituido desde el primer día.
Lo mismo ocurre con lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, al mejor estilo platónico ¿Por qué tu ideal tiene que ser mi ideal?, y más específicamente, ¿Por qué debería tener un ideal después de todo? Como si viviésemos una realidad única e inamovible, como si existiera un modelo a seguir para cada caso presumiendo que un momento puede ser similar a otro. Se encuentran tantas realidades como personas en el mundo, y si bien construimos una realidad en común para garantizar cierta convivencia, un punto de vista jamás será igual a otro, ya que un “ser en el mundo” será siempre diferente a otro “ser en el mundo”. Y en definitiva eso es lo maravilloso de la vida, lo extraordinario de la existencia, el sabernos diferentes y el aprender a afirmarnos en esa diferencia, sin ser esclavos ni tiranos. Vivimos inmersos, atravesados y rodeados por flujos de fuerzas, energía, sentimientos, emociones, y en fin, toda una serie de detalles de lo más imperceptible, que sin embargo nos afectan y transforman en nuestra cotidianeidad.
Todo es parte del juego de la vida, juego que no está exento de sus reglas pero cuyo estandarte es el azar y nuestra voluntad de enfrentarlo. Nietzsche nos aconsejaría: “Que el universo no tiene finalidad, que no hay finalidades que esperar ni causas que conocer, esta es la certeza para jugar bien.”

Metáfora de un sueño freudiano


En los escombros de un espíritu inerte
un alma huérfana se escapa
en el ensueño más encrespado
zarpa el barco de las quimeras.

Navega por los tupidos bosques de enero
delicada flor que llora sus memorias
retazo entretejido con lana de hielo
se derrite goteando mis penurias.

Se desata un río transparente
en la penumbra de mis meditaciones
producto del deshielo de aquella vida
fuente de la utopía no concebida.

El barco  se pierde en el océano
y se intrinca en su destino
rutina hastiada estalla usurpando
la fantasía desvanecida en un segundo.

Y abro lo ojos
Y comienzo mi día.

Presentación

El nombre de este blog surge a raíz de un poema que me gusto mucho por varios motivos. "Efímero y Eterno" nace a partir de uno de esos estados en que uno no se siente uno, en que uno se ve atravesado por una multiplicidad de sensaciones que no sabe definir ni describir más que como locura, éxtasis, adrenalina… Y es que estamos asimilando un proceso de cambio, subversivo, reacio a la idea de hacerse consciente o inteligible. Entonces la poesía aparece como vía de escape, como recurso para liberar todo eso que nos pasa, que nos traspasa.
En su particularidad, el lenguaje de la poesía admite articulaciones semánticas y sintácticas que permiten expresar eso que no existe como concepto convencional en el diccionario, eso que en el momento en que te ocurre no es más que una mezcla confusa y heterogénea en la mente…pero con un sentido trascendental para el alma.
En fin, “Efímero y Eterno” entra en escena en un momento así, en cuestión de pocos minutos las palabras fluyeron como un río torrentoso que se desencadena una vez elevadas las compuertas.
Sin más, los dejo con el poema y espero que puedan vivir este blog como algo “efímero”, lo que les ocurra aquí y ahora será una experiencia única e irrepetible, y “eterno”, imperceptiblemente transformará algo en ustedes y se manifestará en su cotidianeidad bajo diferentes disfraces…permaneciendo así inmortal.





Efímero y Eterno
Destello asignificante que fisura mi estructurado ser
fuga imperceptible en un comienzo,
incontrolable una vez advertida.
Me derramo por todos lados
simultáneamente permanezco intacta…
pero ya no soy yo, quién?
y me voy, emprendo viaje, a dónde?
Exploración, descubrimientos,
espacios nunca habitados por lo que fui
siempre olvidados por lo que seré…
Ocurre que es efímero,
efímero y eterno…
la eternidad como experiencia instantánea.