Un
abrazo.
No
cualquiera.
ESE.
Ese
que te acaricia el alma,
que
te vuelve niña por un momento,
que
te dice que todo va a estar bien,
que
siempre estarán esos brazos para sostenerte.
Que
hace detener el tiempo y el espacio,
que
es efímero pero queda grabado a fuego en la eternidad del universo…
…porque
tanta intensidad no se puede desvanecer.
Ese
recuerdo que después abrazas en soledad
mientras
una lagrima se desliza suavemente
y
se estrella contra la realidad.
Esa
que distorsionamos inconscientemente en nombre del amor
pero
que se muestra cruda y contundente
cuando
se avecina una tormenta.
Proceso
boicoteado permanentemente
por
un corazón rebelde y apasionado
…curiosamente
ingenuo.
Heridas
que continúan suturando,
rencores
que permanecen anudados en la garganta,
orgullos
que asfixian,
temores
que inmovilizan.
Errores
sin reconocer…
Perdones
sin expresar...
Devenir
de una gran maraña de contradicciones
pensamientos
y emociones que asaltan en simultáneo…
Y
pesan…
Y
duelen…
En
el cuerpo y en el alma.
Y
sin embargo…
contra
toda lógica y amor propio…
…ESE.
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